Sin unión no hay progreso
Actualizado: 31 ago 2023
¿Crees que los pueblos indígenas puedan ganar dinero conservando la naturaleza, sin necesidad de emigrar a las ciudades o cambiar el uso de suelo de sus tierras para su explotación? Acá te platicamos el caso de las comunidades de origen náhuatl en la Sierra de Huautla, un gran trabajo en equipo que logró su sostenibilidad económica.
Esta es la sierra de Huautla: 59,000 hectáreas de área protegida con una enorme diversidad biológica.
La región es habitada por comunidades de origen náhuatl, en su mayoría ancianos, niños y algunas mujeres, pues casi todos los hombres emigran a EEUU.
De los pocos jóvenes que se quedaron, un grupo de egresados de la Universidad de Chapingo, se dio cuenta en el 2007 que tenían un gran problema.
Cada año los habitantes de Huautla pasaban más y más tiempo caminando antes de encontrar un venado para cazar y alimentarse, siendo esta su fuente principal de proteína desde hace muchos años.
Los jóvenes profesionistas, invitaron a la AMECVIS (Alianza Mexicana para la Conservación de la Vida Silvestre) y formaron un robusto grupo de trabajo para la conservación del venado cola blanca mexicano, buscando aliados en ONGs y organismos de gobierno estatales y federales. Juntos descubrieron algo sorprendente.
Los problemas que encontraron fueron 2:
La comunidad había criado demasiados chivos y vacas de forma que le hacían competencia al venado, quitándole su alimento
Realizaban caza de forma desordenada: mataban hembras gestantes, venados chicos o adultos indistintamente, y no daban tiempo a la especie para reproducirse
Después de meses de convivencia, cuando la comunidad estuvo lista, se formaron las células de trabajo, integrando a personas mayores, niños y mujeres solteras. El nivel educativo es bajo en la zona, así que quienes sabían leer o escribir, fueron preparados como enfermeros veterinarios: Tomaban las clases con una seriedad que el profesor no ha visto jamás entre sus alumnos de universidad.
La problemática de la sierra de Huautla viene a romper el mito de que las comunidades originarias son totalmente sustentables y son uno con la naturaleza. No siempre sucede así. Tienen un conocimiento profundo de sus recursos naturales pero la presión económica a veces los hace que abusen de la cosecha de sus recursos, sean plantas o animales. Ese ejemplo lo ha visto la AMECVIS en repetidas ocasiones desde el norte del país con los Kikapúes y la caza los venados, los wixarikas con el águila real, hasta Chiapas con otras especies.
Expertos de la AMECVIS señalan que la sociedad moderna orilla a las comunidades nativas a la sobre explotación, por dejarlos fuera de la ecuación del desarrollo y por la cultura urbana que inevitablemente los influencia.
Los jóvenes de estas comunidades, muchas veces prefieren darle la espalda a su tradición para no sentirse señalados o marginados por la modernidad, por aspirar a los modelos de vida populares, desde un plano meramente consumista, haciéndolos desvalorar la riqueza biocultural.
¿En qué acabó todo esto?
La propuesta de AMECVIS junto con la SEMARNAT fue crear UMAS (unidad de manejo para la conservación y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre). La clave biológica fue dejar que el venado se reprodujera libremente en la sierra y volviera a repoblarla, dejando de cazar por lo menos 5 años.
Les dieron un permiso de captura especial a cada ejido: 1 macho y 10 hembras. Después de capacitarlos en el modelo de reproducción, la biología de la especie, manejo zootécnico y medicina, las comunidades se hicieron cargo de la operación de las UMAS después de un año.
La clave del éxito, según la AMECVIS se llama voluntad: social, política y científica. La comunidad se dio cuenta que tenía conocimientos muy valiosos que no habían apreciado. Revaloraron sus saberes tradicionales y se sentían muy satisfechos de contribuir con ellos al proyecto.
El caso fue documentado por la SEMARNAT como uno de los más exitosos. Prueba de ello fue la repatriación de jóvenes emigrados, que regresaron con ganas de estudiar para hacerse cargo de lo que ahora tenían, y complementar sus actividades con ecoturismo, deporte y cacería.
Gracias a @amecvis por compartirnos toda esta experiencia y enseñarnos que cuando en cooperación se atienden las necesidades sociales y económicas urgentes de los ejidos y comunidades, ellos se vuelven entusiastas guardianes de su biodiversidad y de sus valores bioculturales.
¿Tú que opinas?
Comments