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Oversharing: Cuando ser “real” llega demasiado lejos.

Actualizado: 4 oct 2023


Tienes el celular en la mano. Tus dedos están entumecidos de tanto arrastrarlos por la pantalla. Saltas de un tiktok o reel a otro: un perro, las noticias, un baile, una chica llorando…te detienes. La observas unos segundos, subes el volumen del vídeo. Ella platica una historia mientras se maquilla: le pusieron los cuernos, pobrecita. Es un caso lamentable, sin duda, pero tampoco parece algo de otro mundo. Es sólo un vídeo más de alguien quemando a su ex en el internet.

Hace algunos años, un vídeo así causaba escándalo, caos. Algo tan personal, ¿Expuesto en redes? Hoy, puedes navegar por horas y horas y saltar de un vídeo a otro sin dejar de escuchar a gente contando traumas profundos, historias tristes, infidelidades, problemas, secretos. Tal vez algún día pasará en tu vida algo similar y sentirás la necesidad de contarlo o mencionarlo en tus redes, porque mostrar la vida “real” es la norma y ser falso o mostrar solo tu lado más perfecto está pasando de moda, pero ¿Por qué se ha vuelto tan común?


A primera vista, parecería que esto no daña a nadie, pero este fenómeno de compartir demasiado sobre nuestra vida privada refleja varias cosas sobre nosotros, y es bastante grave.

El término “Sadfishing”, creado por la escritora Rebecca Reid, se refiere a “ el acto de publicar contenido personal emocional o dramático para ganar simpatía o atención en línea.” Si compartes un video, tweet, foto, o story que hable de un tema que por lo general sería privado, de esas cosas que sólo le contarías a tus mejores amigos, pero por alguna razón sientes necesidad por contarle a todo el internet, eso es oversharing. Si además de eso es triste, y busca atención desesperadamente, también es sadfishing.


¿Qué dice de nosotros el Sadfishing?

Los seres humanos creamos relaciones una vez que existe confianza, nos conocemos, o existe algún nivel de intimidad compartida, pero cuando queremos conectar a fuerzas o en un momento específico, creemos que revelar información personal y mostrarnos vulnerables nos ayudará a hacerlo. Aquí es cuando se da el sadfishing, en esa necesidad de conectar con los demás. Incluso podríamos llegar a pensar que la esatrategia fue exitosa cuando recibimos la respuesta que queremos, pero en realidad nos está afectando, y la “confianza” o “lazo” creado, no es real, pues es una relación unilateral.


Una investigación publicada en el Journal Of American College Health reveló que compartir demasiado puede ser evidencia de un estilo de apego ansioso. El apego es una relación afectiva entre dos personas, y el estilo de apego se usa para describir el tipo de vínculo que se tiene. El apego seguro se da cuando las personas en la relación tienen buena autoestima, no tienen problema con la intimidad, son independientes y hay un buen equilibrio entre el tiempo que pasan juntas y cuando se dan espacio; en pocas palabras es un apego sano. Por otro lado, el apego ansioso se da cuando una de las personas en la relación tiene miedo al abandono, se vuelve dependiente y necesita constante aprobación de la otra persona.


Y ¿Qué tiene que ver esto con lo que compartimos en redes sociales? Pues bueno, una persona con apego ansioso tiene miedo a que no la vean, que se olviden de ella y la dejen de amar. Necesita sentirse querida, que le ponen atención y que se preocupan por ella. Entonces ces, cuando sienten que no tienen alguna de estas cosas, o que alguien de su vida se está distanciando, buscarán esa atención en otra parte, y las redes sociales son el lugar ideal para compensar esa carencia, pues el chispazo instantáneo de dopamina brinda ese efecto reparador para el ego, que se puede conseguir con un sólo clic. ¿Qué tan difícil puede ser grabar un video triste y esperar a que me comenten palabras de apoyo? Seguramente mucho menos que decirle a las personas a mi alrededor cómo me siento, o que necesito ayuda, ¿no?


Desafortunadamente, el peligro está en que, al depender de las redes sociales para desahogarse, las personas que recurren al sadfishing se alejarán más y más de sus relaciones reales. Esas relaciones dejan de ser un espacio seguro, y la ansiedad que sentían en un inicio nunca se irá. Es un ciclo tóxico que inicia con la ansiedad, para pasar a la búsqueda y recibimiento de atención falsa y pasajera, de ahí al distanciamiento con los seres queridos, y finalmente concluir (y volver a empezar) con la ansiedad.


¿Cómo sé si estoy compartiendo demasiado?

A todo esto, seguramente te preguntarás ¿Cómo sé si estoy compartiendo demasiado? ¿Quién mide eso? La Dra. Ysabel Gerrard, profesora de Medios Digitales y Sociedad en la Universidad de Sheffield investigó al respecto, y se sorprendió con lo complejo que puede llegar a ser el definir esto, pues lo que es “aceptable” compartir, varía mucho dependiendo de la red social en que lo hagas. Eso sí, notó que suele ser mucho menos criticado en redes sociales en que no muestres tu nombre o foto de perfil, como Tumblr o Quora, mientras que, en Facebook, Twitter o Instagram, es mucho más probable que critiquen a un usuario por compartir demasiado.


También importa el uso popular de cada red; si Instagram se trata de mostrar lo increíble y perfecta que es tu vida, nadie quiere ver vulnerabilidad ahí. Por otro lado, en Twitter es aceptado, y hasta bien visto, contarle a la gente lo infeliz que eres y lo horrible que te sientes. La Dra. Gerrard menciona: “Las personas tienen un alto grado de agencia o autonomía sobre cómo usan las plataformas, pero las culturas que las rodean todavía están íntimamente ligadas a cómo sus fundadores imaginaron los espacios. Al publicar de ciertas maneras, a menudo respondemos exactamente a cómo estas plataformas quieren que nos comportemos”.


También importa la cultura, ya que hay diferentes concepciones de nosotros mismos dependiendo del país en que vivimos. No es lo mismo compartir información en culturas individualistas como Estados Unidos y culturas colectivistas como Japón.


El Dr. Christopher Hand es profesor de ciberpsicología en la Universidad de Glasgow Caledonian, especialista en acoso en línea encontró que entre más exponen las personas sobre sí mismas, menos simpatía tienen los demás cuando las cosas van mal. “Las personas tienden a ser juzgadas por generar sus propias experiencias negativas cuanto más

las comparten”. Y esto es preocupante por dos cosas: #1.Tú usuario que compartes tu vida privada, en lugar de ser aceptado o consolado, podrías ser juzgado y odiado por los usuarios. Y #2. Denota una falta de sensibilidad creciente por la gente en redes. Al normalizar situaciones negativas dejan de impresionarnos, y las tratamos como cualquier cosa. Por otro lado, la misma investigación también reveló que mientras más publiques en una plataforma (en cantidad, no en profundidad ni en nivel de intimidad), es más probable que te perciban atractivo y extrovertido. Todo depende del tono de lo que publiques y si lo que compartes es positivo o negativo. Lo negativo suele asociarse con baja autoestima, lo positivo con confianza, y levanta la imagen de la persona que comparte información.


No todo es malo.

Sí, ya vimos lo malo que puede desencadenar el compartir demasiado sobre nuestra vida y lo que nos pasa, pero el tener una presencia vulnerable en redes sociales también puede tener sus ventajas. Para personas o grupos que se sienten apartados de la sociedad, se sienten solos, o poco entendidos, el encontrarse con un comentario, vídeo o foto de alguien que está pasando por una situación parecida puede ser un alivio. Puede darles esperanza cuando es alguien que ya superó la situación difícil, o simplemente enseñarles que no están sólos en el mundo. Abrir una conversación sobre el dolor y el trauma en las redes sociales puede brindar consuelo y representación, además de mostrar apoyo a los que sufren y mostrarles que son escuchados. Aunque claro, existe el riesgo de promover los problemas o minimizarlos.


Hay mucho debate por ejemplo, con el tema de los desórdenes alimenticios y de salud mental: es bueno para las personas que los padecen saber que no son los únicos, pero el aconsejar o dar información de modo irresponsable puede empeorar los problemas. Incluso cuando el abrirse y hablar de lo que uno siente no resuelve los problemas de raíz, sí hay personas que lo encuentran muy útil. Como menciona el Dr. Gerrard: “En las redes sociales, ves personas que comparten cosas en línea de una manera que simplemente no pueden hacerlo con sus amigos o familiares. Si las personas comparten mucho pero crean un espacio que de otro modo no tendrían en su vida, entonces eso es asombroso y puede ser parte integral de su supervivencia”. Compartir a veces es sobrevivir, lidiar, y subir un escalón para procesar y salir de un problema.



La clave está en por qué.


Es muy interesante como en una era en el Internet en que constantemente se nos recomienda hablar de salud mental, librarnos de tabúes, y eliminar barreras para poder discutir y resolver problemas y conflictos, muchas personas que comparten sus peores momentos siguen siendo atacadas, criticadas o mal vistas. Tampoco se trata de llegar al extremo opuesto y romantizar o idealizar lo que les ocurre. Nadie pasando por un momento difícil es un héroe. Sólo es un ser humano; como tú, como yo, tiene problemas y si escucharlos te da consuelo vale la pena preguntarse por qué. ¿Te inspira a afrontar tus propios problemas? ¿Te da paz el saber que alguien más ha vivido algo parecido a tí? ¿O te tranquiliza ver a alguien que la pasa peor que tú? La última opción es dura de aceptar, sentirte bien por el dolor ajeno claramente es algo horrible, pero también habla de conflictos internos que podemos tener nosotros.


Todos sufrimos, es algo muy humano, y no tiene por qué ser atacado o demonizado, pero claro que tampoco debe de ser romantizado. Cómo espectadores, al enterarnos de problemas ajenos en redes sociales nos toca tomar en cuenta que la persona que comparte puede tener problemas en su vida personal, una necesidad de desahogo muy fuerte, y que ella misma recibe consecuencias por lo que comparte. No es necesario intervenir, criticar o atacar, ya que puede que ya esté pasando por un momento difícil. Por otro lado, si sientes la necesidad de compartir algo tuyo, piensa antes el por qué: qué esperas ganar y qué vacío o incomodidad con tu vida fuera del celular puedes

atender antes de pedir opinión ajena. Antes de hacer tu vida pública, haz introspección.



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"Nadie pasando por un momento difícil es un héroe. Sólo es un ser humano; como tú, como yo, [...]" Me encantó esto. He visto gente que dañó a alguien y sufren por eso, pero al ver tantos "héroes" sufrientes en redes (que además cuentan una historia parcial) piensan que también se han convertido en uno y que la reacción a ese daño que perpetuaron es inaceptable. Esto es demasiado peligroso. Las personas en redes finalmente no sabrán cómo manejamos la situación al sentirnos empoderados con sus historias. Pero la gente a nuestro alrededor, e incluso nosotros mismos, sí sufriremos las consecuencias de nuestro "heroísmo". 100% necesitamos hacer más introspección y cuestionarnos siempre. Muchas gracias por su trabajo. 😊

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