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Algunas de las ideas misóginas detrás del aborto

Actualizado: 25 sept 2023

Partiendo de la definición de misoginia como: odio a las mujeres o falta de confianza en ellas, asumiendo que la mujer es inferior al hombre o el sexo débil, nos llama la atención que Simone De Beauvoir, ejerció un pensamiento afín, al manifestar literalmente un horror hacia todos los atributos femeninos: la menstruación, materinidad, el embarazo y dar a luz.


Acá analizamos algunas de esas ideas, expuestas en su libro El Segundo Sexo, que sentó las bases del feminismo contemporáneo.



La gestación es una labor fatigosa que no ofrece a la mujer un beneficio individual p.13:

Ella ve la maternidad y las labores del hogar como actos mecánicos, más que procesos trascendentes y creativos que impactan directamente en la sociedad. El valor de “ser alguien” parece estar en función de la validación externa, ligada a la productividad. Su visión nos parece materialista, individualista y utilitarista.


Las labores domésticas aprisionan a la mujer en una incapacidad para trascender ni producir nada nuevo (p.88) / En el ciclo menstrual no hay una finalidad individual (p.12)

Estas ideas nos desvincula desde dentro. No se puede evaluar la gestación o los ciclos reproductivos, experiencias que atraviesan a la mujer en todas sus dimensiones, como algo meramente fisiológico, tal como lo hace ella.



En ninguna hembra mamífera es más necesaria ni más difícilmente aceptada la esclavización del organismo a la función reproductora (p.14) / La hembra es presa de la especie (p.137)

Su visión desprecia a las mujeres desde su misma naturaleza; la manifiesta como una prisión que no sólo nos limita, sino que nos consume. Las mujeres encierran en su interior un elemento hostil: la especie que las roe (p.14)


Si se compara a la hembra con el macho, este aparece como un ser infinitamente privilegiado: su existencia genital no contraría su vida personal (p.14)

Esta afirmación implicaría que la naturaleza desfavoreció a la mujer. Desde el origen nos pone en posición de desventaja, lo que significaría que la marginación histórica de la mujer es un hecho biológico, no social. Por lo tanto, la única manera de cambiarlo, es modificando la naturaleza de la mujer. Manifiesta un pobre entendimiento de la riqueza de nuestra biología y sus relaciones de interdependencia. Parecería que no podemos aportar nada desde lo que somos. La ausencia de pene impide a la mujer hacerse consciente de si misma como sexo. Si la mujer lograse afirmarse como sujeto, inventaría equivalentes del falo (p.19)

Aquí nos asume como “incompletas” por falta de pene, que ella lo explica, desde un enfoque psicoanalítico, como una extensión de la persona que le ayuda a identificarse.



A través de la maternidad, puede reencontrar en el hijo un equivalente del pene. Pero ello supone que empiece por aceptarse íntegramente como mujer, que asuma, por tanto, su inferioridad (p.17)

Nos parece muy paradójico como un texto feminista se expresa en términos tan falocéntricos. El Segundo Sexo, en nuestra opinión no ese capaz de hacer una radiografía de la mujer en sí misma, sino de la mujer como sombra del hombre.


Si las luchas políticas y culturales están alineadas a esta filosofía que entiende el problema dentro de nosotras…¿Hacia donde estarán orientadas las soluciones?

Nosotras creemos que el triunfo del aborto es la celebración de estas ideas deshumanizantes para la mujer. No somos presas de nuestra especie; somos las madres de la especie, y eso nos pone en una posición de privilegio totalmente nueva.


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